lunes, 21 de octubre de 2013

Verdu y la modernidad.

El capitalismo y el entretenimiento son las deidades del nuevo mundo y como tales, poseen simbolos, oraciones, mantras y fervientes creyentes que los defenderan con su vida. Pero esto no es nada nuevo, no es cosa de los ultimos 10 o 20 o 30 años, lo que pasa es que el nuevo mundo ya es viejo. Es común oir quejas, comentarios y criticas acerca de la alienacion que producen los medios masivos, la tecnologia, publicidad, etc. ¿Qué tan reciente es esta inconformidad respecto a la modernidad? De hecho bastante vieja, solo se siente como nueva porque nosotros somos los nuevos en el debate. Mafalda se quejaba de la cantidad de publicidad en Buenos Aires, prediciendo que pronto la luna seria espacio publicitario; Lisa Simpson se convierte al budhismo cuando la iglesia de Springfield comienza a anunciar refrescos y cigarros, mas recientemente, los residentes del pueblo de South Park destruyen un Wal Mart, rehusandose a convertirse en una ciudad cosmopolita. Así que respecto a la parte comica del debate contra la modernidad, este tiene al menos 70 años de edad, y curiosamente (¿ironicamente?) no ha cambiado tanto como nos gustaria creer.

La lectura de Verdu nos habla de idolos ficticios que escapan al mundo real y terminan por derrocar a sus creadores, marcas y compañias se convierten en entes que existen independientemente de sus progenitores, corporaciones sin cara, idolos de television, dependencia al entretenimiento que nos proveen. Yo opino que estas criticas a la modernidad tan solo son extrapolaciones de una naturaleza humana de dotar de significado todo lo que es relevante para nosotros, desde cuidar a nuestros juguetes y darles personalidad como si estuvieran vivos, hasta antropomorfizar nuestros vehículo, en ocasiones poniendole nombre y en otras hasta cubrebocas u orejitas de venado, dependiendo de que esta de moda, Santa Claus o la gripe aviar.

Es cierto, las marcas proveen estilos de vida, doctrinas, mantras, formas de pensar, pero el significado que se les atribuye a las marcas y a los simbolos que estas tienen no fueron adjudicadas por los publicistas, sino por los consumidores, y luego los publicistas se aprovecharon de esto y lo explotaron al maximo hasta convertirlo en una forma de arte. El punto es que las corporaciones sin rostro y los personajes ficticios que se vuelven mas poderosos que los reales, redes sociales cada vez mas intrusivas y demas males de la modernidad, no son malignos por si solos, es el ser humano el que no sabe usar la modernidad correctamente, las pistolas no matan a la gente, la gente mata a la gente.

Hay que recordar que estos entes omnipotentes de entretenimiento, publicidad y capitalismo solo sobreviven porque nosotros permitimos que sobrevivan, nosotros somos sus clientes y avidamente escuchamos y compramos lo que nos tengan que decir, pero siempre tenemos la posibilidad de cerrar facebook y apagar la television, pero no queremos, porque la alternativa de vivir al margen de la modernidad, tambien esta de moda.

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